domingo, 22 de abril de 2012
Tikal
Tikal se encuentra en el centro de la selva del Petén, en la península del Yucatán (Centro América). El primero en conocer las ruinas de Tikal fue el padre Delgado en 1622, pero hasta 1848 no se mandó ninguna expedición para recorrer la región, dirigida por Modesto Méndez y Ambrosio Tut.
Al llegar a Tikal, la porción central de las ruinas destaca en medio de la selva. El conjunto forma parte del Parque Nacional de Tikal, primero en su género en toda América Central. Las excavaciones han revelado que la edificación de estos monumentos tardó entre 900 y 1000 años. Las ofrendas y entierros hallados se cuentan por cientos; estelas de piedra finamente labradas y relacionadas con altares cilíndricos demuestran, por su profusión y originalidad, la gran importancia de este centro ceremonial, como por ejemplo el Altar 10 cuya talla muestra a los cautivos de guerra con sus manos atadas, y la Estela 22 en la que aparece Chitam, el último gobernante que dejará un registro escrito en Tikal; los nobles competían por el poder y apoyaban a la familia real, cuando no lo hicieron el gobierno se colapsó, como ocurrió en el periodo clásico tardío.
Las pirámides que se conservan en toda su integridad fueron erigidas en el siglo VIII d.C. Se trata de los monumentos más elevados de toda la zona maya. Dichas pirámides dominaron Tikal durante todo un siglo, asistieron a su abandono y a la invasión de la selva sin sufrir destrucción ni reconstrucción. La pirámide maya no es una tumba, no guarda ningún parentesco con la construcción egipcia que servía de sepultura al faraón, donde nadie podía entrar, sin embargo, el ziggurat (templo de los antiguos sumerios) sería el más parecido a las pirámides mayas por tener varios escalones y un santuario-observatorio en la cumbre, de todas formas, están separadas por cuatro milenios y los materiales también son distintos, ya que los mayas tenían piedra suficiente para construirlos, y también cemento.
Para construir los enormes zócalos de los templos I, II, II y IV, los constructores de Tikal abandonaron el núcleo de piedra y arcilla. Encontraron la solución en las plataformas superpuestas. El interior de las gigantescas pirámides de Tikal está hecho de bloques de piedra, cuadrados o rectangulares, cuidadosamente dispuestos y empotrados en las paredes de sostén y en las de relleno. La superficie de las plataformas está hecha de cemento. La capa de albañilería que revestía completamente la pirámide tenía más bien misión decorativa antes que protectora. Terminada la construcción, se demolían los escalones rudimentarios construidos a medida que el monumento iba subiendo, para sustituirlos por una escalinata definitiva y siempre sin rampas. La escalinata la necesitaban los operarios para edificar el templo sobre la última terraza. Luego, los sacerdotes se servirían de esa escalinata para acercarse a los dioses, y los dioses descenderían por ella para visitar a los hombres, que acudían en masa con ocasión de las grandes festividades.
Las pirámides mayas son siempre truncadas ya que su finalidad es soportar y ser base de un santuario. El corazón de la pirámide consiste en una mezcla de piedras y arcilla fuertemente comprimida por el revestimiento de albañilería. Cuanto más esbelta es la pirámide, tanto más se complican los problemas técnicos. El gran desafío es la pirámide casi vertical de Tikal: 35 metros de base y 40 metros de altura.
El vértice de la pirámide, ese templo macizo está decorado con un remate imbricado y perforado. Se compone de dos o tres salas oscuras, cuya superficie no supera los quince metros cuadrados. La magnificencia del soporte supera con mucho la del edificio para el cual ha sido construida. Punto de unión entre la tierra y el cielo, la pirámide es algo más que la respuesta a un desafía técnico: es una necesidad religiosa. Los mayas utilizaron las pirámides para los rituales y celebraciones. Sólo se les permitía al gobernante y a los más altos sacerdotes estar en la cima de los templos. Los bailarines con trajes elegantes agregaban un toque de emoción cuando bailaban en las áreas planas a los lados de la pirámide. La fila de estelas claramente colocada enfrente seguramente mostraron estampas talladas o pintadas del gobernante.
Sabemos que el ziggurat de Mesopotamia era el sostén de un santuario para la observación de los astros. Los mayas fueron también grandes astrónomos. La pirámide maya, victoriosa sobre el tupido bosque tropical, lanzada hacia el cielo abierto, fue indudablemente un precioso auxiliar para el sacerdote astrónomo, ansioso de perfeccionar sus propios conocimientos sobre el movimiento de los astros con el fin de predecir el futuro y disponer así de un instrumento eficaz para dominar mejor a los hombres.
Antiguamente, los estudiosos de la Cultura Maya creían que ésta había sido una cultura pacífica, inmersos en su crecimiento espiritual y en sus observaciones astronómicas. Sin embargo, los estudios en Tikal y otros sitios posteriormente revelaron que los mayas vivieron en ciudades-estados y ejercían su dominio a lo largo de grandes extensiones de territorio, controlaban las rutas de comercio, recaudaban impuestos y tenían un complejo sistema político dinástico guiado por el Halach Huinic o Señor Sagrado.
Los arqueólogos revelaron una sucesión dinástica de Halach Huinics, quienes llevaban el destino de su pueblo, basados absolutamente en el poder divino, por un período continuo que duraba varios siglos. ¿Cómo el poderío dinástico pudo controlar el comportamiento económico y espiritual de miles de personas, en una ciudad con una población de 90,000 personas en un momento en el tiempo dado y por unos tres siglos, sin perder su atención o sus adeptos? Esta es la pregunta básica que aún perdura e impulsa a arqueólogos, tales como el Dr. Richard Hansen, director del proyecto PRAINPEG en la región del Norte del Petén, quien actualmente está excavando en lo sitios preclásicos de Mirador y Nakbé. Aparentemente, en el período preclásico tardío fue concebida una forma de gobierno y su complejidad fue aumentando con el paso del tiempo, terminando en el período clásico tardío.
Estudios científicos serios y consistentes se iniciaron en Tikal en 1956, bajo la dirección del Museo de la Universidad de Pennsylvania. El sitio fue estudiado y excavado bajo la supervisión de Edwin Shook, William Coe y George Guillemin, durante un período de 13 años. El proyecto finalizó en 1969. Los resultados del proyecto incluyen un mapa topográfico completo de un área de 16 km2 (10 millas cuadradas) en Tikal. Éste indica la localización de más de 4,000 estructuras: templos, palacios, complejos residenciales, juegos de pelota, el mercado y otros grupos residenciales, muchos de los cuales fueron excavados. Se excavó la Gran Plaza, la Acrópolis del Norte, la Acrópolis Central y varios complejos de pirámides gemelas. Muchas estelas, altares inscritos, cientos de entierros y ofrendas depositadas en rituales y ceremonias realizadas miles de años atrás, fueron descubiertas durante los estudios realizados en Tikal. Los senderos originales, que conectaban los diversos complejos, fueron estudiados y rehabilitados.
La Universidad de Pennsylvania realizó la última excavación arqueológica de gran magnitud durante trece años consecutivos de trabajo en el sitio. No ha habido otro proyecto de arqueología maya que se haya realizado continuamente durante tanto tiempo. Los estudios arqueológicos en Tikal muestran una ocupación continua y cambios de estilo, cerámica y arquitectura, los cuales se fueron desarrollando a través del paso de los siglos. Los eventos sociopolíticos y los mensajes ideológicos esculpidos en las estelas, mostraron la historia de una secuencia de gobernantes dinásticos, los cuales han dado forma a la historia de Tikal.
Entre 1972 y 1980 fue estudiado el Grupo G, Rudy Larios y Miguel Orrego supervisaron el trabajo. Los estudios en el grupo conocido como el Palacio de las Acanaladuras fueron financiados por el Instituto de Antropología e Historia (I.D.A.E.H.) del Gobierno de Guatemala. Pero no fue sino hasta finales de los años setenta que fue organizado el Proyecto Nacional Tikal, como tal. Quinientos hombres y 18 arqueólogos estudiaron El Mundo Perdido, El Grupo Bahren y la Zona Norte, bajo la supervisión de Juan Pedro Laporte, Marco Antonio Bailey y Jorge Mario De León, quienes se turnaron como directores del proyecto entre los años de 1979 y 1985. Estudios, excavaciones y consolidaciones a gran escala, fueron financiadas por el Gobierno de Guatemala. Las autoridades guatemaltecas tuvieron una visión hacia el desarrollo del turismo, así como la construcción de un aeropuerto internacional en Flores (en medio de la selva) y una carretera que conectaba el aeropuerto con el sitio.
Tikal se desarrolla desde el 600 a.C. hasta el 900 d.C. y su periodo de mayor apogeo fue entre el 250 d.C. y el 900 d.C., periodo en el que Tikal debió de ser un centro esencialmente ceremonial, los edificios que datan de estas fechas son templos cuyas funciones rituales se confirman con la presencia de bellos monumentos de piedra, estelas, altares, ofrendas y cámaras funerarias. Entre el 400 y el 600 d.C. la ciudad recibió la influencia de Teotihuacan (México) pero no fue determinante en el desarrollo de la ciudad.
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